Y es que, por si te faltaban razones para comenzar a hacer ejercicio regularmente, los beneficios psicológicos son brutales.
El movimiento genera una serie de reacciones químicas en nuestro cerebro que producen sensaciones de felicidad, realización y pertenencia (en especial si haces una actividad grupal).
Y, si te pones a pensarlo, desde un punto de vista evolutivo, movernos ha sido siempre nuestra forma de interactuar con el mundo y experimentarlo, antes de que lo podamos hacer a través de pantallas, o realidad
virtual.
Si lo ves de esa forma, estamos programados para que el movimiento se sienta como un premio.
Por el contrario, pasar mucho tiempo dentro de casa sin movernos se llega a sentir como un castigo (por esto nuestro sistema castiga a los criminales limitando su libertad de movimiento).
Ahora, yo sé que comenzar es la parte más difícil.
Por esto, te propongo que durante tu día te pongas alarmas o recordatorios que te inviten a moverte un poco, de la forma que más te guste: puedes salir a pasear, puedes bailar, puedes hacer unas flexiones de pecho, lo que quieras.
Comienza con una o dos pausas al día y vas a ver cómo se te vuelve cada vez más fácil.