Hola
¿Cómo estás?
No he estado muy activo con los newsletters últimamente. Las últimas 2-3 semanas han sido un poco… diferentes.
Llevaba 3 meses muy buenos de entrenamiento y me propuse
el objetivo de apuntarme a una competencia de levantamiento olímpico a finales de Abril.
Todo iba bien, estaba ganando fuerza progresivamente y asegurándome de llegar a un buen peso para
mi categoría con la guía de un coach. A pesar de haber tenido muchos eventos personales y de trabajo en marzo, logré mantenerme constante con mi entrenamiento y mi nutrición. #winning
Y
un buen día, hace unas 3 semanas, me levanté con una molestia en la espalda. Me agaché un poco para lavarme la cara y el dolor empeoró.
No he tenido ni un día sin dolor desde
entonces.
Encima de eso, tuve una de esas gripes que parece que no se terminan de curar nunca.
Y además sido de las semanas más intensas de trabajo que he tenido en años.
En fin, todo mal.
Eso es lo que me he estado repitiendo las últimas
semanas. “Todo va mal”. Al punto que todo lo que hacía se sentía como el doble de esfuerzo.
Me sentía c@breado, desconcentrado, sin energía.
Y no es verdad, no todo está mal. Es solo mi mente buscando excusas para no tener que responsabilizarse por encontrar soluciones.
A cualquiera de mis clientes de coaching le hubiera dicho esto desde el día 1. Pero en mi diálogo interno me tomó 2 semanas llegar.
Una vez que caí en cuenta de eso, mi mentalidad y mi actitud cambiaron. Ahora veo esto como una oportunidad de recuperarme, trabajar en otras áreas de mi salud y fitness a las que no les estaba poniendo tanta atención y volver más fuerte.
Mis nuevos objetivos: manejar mejor mi estrés, controlar el dolor de manera natural (según recomendación del fisio) y mantenerme activo durante el día.